.De reciente la agencia AP ha hecho públicas diferentes situaciones que apuntan a la injerencia del gobierno americano a través de algunas de sus entidades en los asuntos internos de Cuba; poco a poco ha ido subiendo el tono de sus informaciones hasta llegar a la neta y clara asociación del movimiento de rap y hip hop cubanos con intentos de la USAID de provocar cambios hacia la democracia en la isla.
La avidez de los periodistas por excavar la verdad más allá de las apariencias es la espina dorsal de nuestra democracia y nadie puede cuestionarla. La inclinación tendenciosa a coexistir con una dictadura y limitar al mínimo la revelación de su repugnante textura mientras no se pierde ocasión de martillar a quienes de una forma y otra se le oponen dice muy mal del profesionalismo y la honestidad de quienes así se comportan y ponen en tela de juicio la veracidad de cuanto informan. Pero mientras Andrea Rodríguez, la periodista mexicana de AP residente en La Habana, casada con un fotógrafo cubano de quien se sospechan nexos con los órganos de contra inteligencia del régimen asesina el carácter de jóvenes valientes que desafían en bloqueo interno y la mordaza que los Castros han impuesto a su propio pueblo de nuestro lado no se ha realizado ni un intento visible por neutralizarla.
La parcializacion de la AP la coloca dentro del grupo de los HP y es legítimo y pertinente de que nuestra parte se reaccione con la energía y la efectividad necesarias. Continuar jugando al rebote contra la dictadura y sus acólitos nos dará siempre el mismo mediocre y pobre resultado: marchar detrás de la historia en lugar de ser parte de la misma.
La avidez de los periodistas por excavar la verdad más allá de las apariencias es la espina dorsal de nuestra democracia y nadie puede cuestionarla. La inclinación tendenciosa a coexistir con una dictadura y limitar al mínimo la revelación de su repugnante textura mientras no se pierde ocasión de martillar a quienes de una forma y otra se le oponen dice muy mal del profesionalismo y la honestidad de quienes así se comportan y ponen en tela de juicio la veracidad de cuanto informan. Pero mientras Andrea Rodríguez, la periodista mexicana de AP residente en La Habana, casada con un fotógrafo cubano de quien se sospechan nexos con los órganos de contra inteligencia del régimen asesina el carácter de jóvenes valientes que desafían en bloqueo interno y la mordaza que los Castros han impuesto a su propio pueblo de nuestro lado no se ha realizado ni un intento visible por neutralizarla.
La parcializacion de la AP la coloca dentro del grupo de los HP y es legítimo y pertinente de que nuestra parte se reaccione con la energía y la efectividad necesarias. Continuar jugando al rebote contra la dictadura y sus acólitos nos dará siempre el mismo mediocre y pobre resultado: marchar detrás de la historia en lugar de ser parte de la misma.
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