Por años hemos escuchado decir; y muchos hemos repetido, que los cubanos debíamos prepararnos para cuando llegara el momento. Que debíamos unirnos; que debíamos tender puentes entre ambas orillas del Estrecho de la Florida. Todo en espera de ese momento mágico en que las cosas cambiarían.
Durante este largo y abúlico proceso de presunta preparación han desfilado no pocos “líderes” con ideas y proyectos más y menos acertados y por lo general carentes de esa tracción interna que da el apoyo popular; se nos repetía; y repetíamos, que nos hacia falta un Walesa; refiriéndonos a la cabeza visible del sindicato Solidaridad en Polonia.
Lo cierto es que bajo las condiciones que la Junta de La Habana ha impuesto con la absoluta complicidad de occidente es prácticamente imposible que alguien logre el consenso que el líder polaco alcanzó en su momento; las circunstancias son distintas y el apoyo externo es infinitamente menor.
Por otro lado. La desaparición física de Fidel Castro así como el deterioro en la salud de su hermano Raul y el desgaste natural que experimentan los pocos “históricos” que aún viven, unidos a la falta de capital político y arraigo popular de los pinos no tan nuevos que el régimen propone como herederos del poder; y el inesperado giro a la derecha en la presidencia de Estados Unidos han asestado un golpe demoledor a las aspiraciones de perpetuación que caracterizaba el talante de la Junta en los últimos años. Entre el desaliento y la abulia, entre el hambre y la falta de esperanza el régimen comprende, porque no es tonto, que se encuentra en el instante más vulnerable de su triste historia y en su desespero moviliza a cuanto peón, simpatizante o compañero de viaje logra engatusar. Más que nunca llueven las frases hechas; las sentencias mil veces repetidas y los razonamientos de antaño lavados precipitadamente en la retórica regetonera de hoy.
La familia Castro siempre navegó con proverbial buena suerte. Pasó casi sesenta años saltando de una liana a la otra y cuando parecía que se precipitaría al vacío milagrosamente, de la nada, surgía la liana salvadora que le daba suficiente impulso hasta la próxima; pero la suerte no es eterna y no siempre favorece al mismo bando; por más que gesticulen a destiempo y sin ritmo sus manos no logran encontrar el asidero y, por primera vez, la incertidumbre y el miedo cunden entre sus filas.
Es en este contexto que comprendo que ha llegado el momento; no ese instante ideal vaticinado por expertos y codiciado por luchadores; no ese segundo en que los astros se alinean y las aguas se abren permitiéndonos avanzar sin obstáculos. El problema es que pensándolo bien no ha llegado “el” momento sino el nuestro; ha llegado “nuestro” momento y cada situación tiene el suyo y siguiendo la tradición de pueblo desafortunado e históricamente sólo, el momento nuestro viene repleto de imperfecciones.
A mi juicio la lucha contra la dictadura debe revestir un carácter asimétrico y multi dimensional sin que necesariamente debamos esperar al fracaso de una vía de lucha para recurrir a otra; sino que debemos avanzar al mismo tiempo en todas las direcciones: ello resta fuerza al enemigo, le obliga a agotar sus recursos y además ayuda a arrebatar caretas y máscaras que hasta hoy existen. Pero por más que comprendamos que todas las vías sean válidas Cuba debe YA elegir a su líder. Urge que emitamos un juicio; que vertamos los criterios y como decía Marti; que alcemos la mano y digamos la palabra.
Aguardando al momento idóneo corremos dos tangibles riesgos:
1- que la enésima liana surja de quien sabe dónde y el régimen se recupere.
2- que el estancamiento del status quo provoque un excesivo sufrimiento en la población y el modesto impulso logrado ceda el paso a la mano extendida y a la espera por la dádiva. Por tal motivo exhorto a mis compatriotas a organizar una elección que consista en que cada cubano que se sienta capaz de guiarnos a todos presente su candidatura y luego que los demás emitamos nuestro voto con el compromiso de que seguiremos a quien obtenga la mayoría simple más allá de nuestros sesgos y preferencias.
Las modalidades y tecnicismos de tal elección serían discutidas por todos. Ruego a los lectores regalar a este artículo una profunda reflexión y actuar con el bien de la isla en la mente por encima de todas las demás consideraciones.
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