La nostalgia que tú me inculcas es anacrónica y obsoleta; parte de tu tiempo y no del mío
Pretendes que mis ojos se humedezcan con tonadas muy recientes; que recuerde tus calles ya hediondas y destruidas, ya arruinadas y mal usadas.
Tu recuerdo es apócrifo; censura mis penares y el calvario de muchos; tu emoción da por descontada mi amnesia y mi indolencia; venda mis ojos y lanza erráticamente estiércol por doquier.
Llevar tu imagen me exige obviar tu culpa y acolarme una mia que no existe. Tu patria no es la mía; nunca lo fue y nunca lo será; te escapa la diestra a condonar barbaries que condeno. No somos compatriotas; no te perdono tu complicidad ni tu silencio. Comprenderte intelectualmente no significa justificarte; para mí eres solo un ente con avatares, y con recorridos prefijados. Lo que quieres de mí es inaceptable porque anula mi existencia y aniquila mis sentidos.
Estoy hasta los tuétanos de vejez; no de edad cronológica sino de ancianos sofismas. Que viejos son los dogmas y cuan ancianos Papas y prelados; y que viejas son las revoluciones y la igualdad y el amasijo amalgamado de eufemismos sin esencia; que manidos y estrujados los Salieri que se mozaritsan y los halcones que una cualquier mañana se despiertan convertidos en palomas. No acepto la mano tendida; prefiero la achacosa tozudez de emular a Chopin y emprender el "concierto revolucionario" una vez más con torpeza de manos semirigidas pero en paz conmigo mismo.
El alba llega, irrumpe a través de mi ventana e inicio el enésimo nuevo día con el consuelo de que JAMÁS coincidirán nuestros caminos.
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