La fila ante las cajas contadoras son largas y lentas; en el carrito llevo una carga de productos que atrae la vista de todos los que se encuentran de compras en el establecimiento esa manana; he cargado cervezas, vinos europeos, refrescos, pan, algunas "cositas para picar" y en especial la tan anhelada langosta; tema de orgullo de todos los cubanos de "status". Unos pocos pasos antes de llegar a pagar veo que un joven desde afuera me hace senas con gesto conspirativo; aun anclado en los 80 miro de soslayo a la cajera y al administrador de la tienda; evidentemente han captado la senal y saben perfectamente lo que me propondran. Repuesto de mi inicial ataque de panico dejo el carrito y me encamino a la puerta; el joven me explica que por $20.00, en lugar de los $200.00 que deberia pagar a la cajera, el me lleva una cantidad mayor de langostas ya preparadas y frescas; esas mismas que tengo en la bolsa si asi lo deseo. Acepto, me pide la direccion de donde estoy pernoctando y nos saludamos con un: "nos vemos"; al final compro solo los vinos, los refrescos y la picadera y me marcho con la sensacion de haber hecho el negocio de mi vida.
A los pocos minutos el joven llega con las langostas prometidas; le doy $25.00 como gesto de agradecimiento y continuo con mi familia y amigos un agape permeado de pura delincuencia socialista. La experiencia de la langosta se repitio con el auto que alquiler, con una habitacion de hotel y con las bebidas de un bar de Varadero, bebimos como cosacos y pagamos por dos cocktails; aun asi estoy seguro que el bar tender gano lo suyo en esta turbia operacion.
DIEZ ANOS MAS TARDE
Luego de unos pomposos funerales de estado con una conspicua ausencia de lagrimas y expresiones de duelo, Raul Castro siguio la senda de su hermano mayor y en pocos meses los acontecimientos se precipitaron; las cosas finalmente cambian de veras; se aprueban leyes fundamentales que garantizan la sagrada propiedad privada y fijan claras reglas de juego en lo social y lo economico; Estados Unidos y Europa reiteran su compromiso de ayudar a la isla a salir de mas de 50 anos de caos y ostracismo. Muchos toman la via del regreso para realizar suenos de grandes obras en la tierra que les vio nacer.
Junto con unos amigos reunimos una discreta cantidad de dinero para lograr el sueno de mi vida: abrir varios parqueos en La Habana; luego de la compra de los equipos y los arreglos arquitectonicos necesarios estamos listos para llenarnos los bolsillos de "plata"; trabajamos 18 horas diarias en la preparacion de los distintos establecimientos hasta que logramos hacer la inauguracion oficial; sueno con llenar la ciudad de parqueos y con ese capital expandirme al interior; ya imagino la cadena con posibilidad de franchising y la enorme mayoria de los estacionamientos de la isla en nuestras manos; mi apellido quedara para siempre junto al de los Sarra, Gomez Mena, Bacardi y otros. Casi en el ocaso de mi vida la fortuna me ha tocado a la puerta y no pienso desaprovechar la ocasion.
A los cinco dias de la inauguracion me encuentro casualmente con el mismo joven que anos atras me vendia la langosta; en realidad no hay tal casualidad, lleva dias haciendome la "guardia" para intentar hablar conmigo, solo que ahora soy tan existoso e importante que no es facil abordarme. detengo el auto y le pido que lo aborde, claro que lo recuerdo y le estrecho la diestra; rapidamente me explica que necesita empleo, que esta pasando un mal momento y que no logra que lo contraten en ningun sitio; sin pensarlo dos veces le digo que necesito personas de confianza y le asigno el turno de la madrugada en tres de los parqueos que hemos apenas abierto. Nos despedimos con otro apreton de manos y me siento el hombre mas magnanimo de toda la ciudad.
A los cuatro dias empezamos a notar que el trafico de coches ha bajado respecto a la primera semana; no logramos cubrir siquiera los costos y a este paso estaremos en bancarrota en menos de un mes; presas del terror mis amigos y yo dedicamos interminables horas a tratar de comprender donde erraron nuestros calculos iniciales; dos semanas mas tarde y operando con las cuentas bancarias en rojo se nos ocurre monitorear el funcionamiento de los parqueos; nos ocultamos y vemos con sorpresa que la cantidad de autos no solo no habia disminuido, sino que estaba en franco aumento. Mi primera reaccion fue visitar al joven de las langostas que ahora trabajaba para mi y la sorpresa me abofeteo cuando llegue frente a su casa y vi un BMW nuevo parqueado frente a la misma. Su rostro se contrajo al verme de pronto frente a el y la verdad se me hizo nitida en un segundo. A pesar de haber comprendido todo de un golpe lo acuso de robarme y como era logico me reprocha que yo siempre habia sabido lo que el hacia y que luego de haber comprado por anos langosta robada no tenia moral para recriminarlo.
No perdi mi tiempo en explicarle la diferencia entre negocio privado y un estado opresivo; fue en ese instante que comprendi la imposibilidad de comprar mentalidad con dinero y que el dano idiosincratico causado por el castrismo duraria aun mucho tiempo. Con esta amarga leccion vendimos lo mejor que pudimos los parqueos y nos regresamos a Miami....
A los pocos minutos el joven llega con las langostas prometidas; le doy $25.00 como gesto de agradecimiento y continuo con mi familia y amigos un agape permeado de pura delincuencia socialista. La experiencia de la langosta se repitio con el auto que alquiler, con una habitacion de hotel y con las bebidas de un bar de Varadero, bebimos como cosacos y pagamos por dos cocktails; aun asi estoy seguro que el bar tender gano lo suyo en esta turbia operacion.
DIEZ ANOS MAS TARDE
Luego de unos pomposos funerales de estado con una conspicua ausencia de lagrimas y expresiones de duelo, Raul Castro siguio la senda de su hermano mayor y en pocos meses los acontecimientos se precipitaron; las cosas finalmente cambian de veras; se aprueban leyes fundamentales que garantizan la sagrada propiedad privada y fijan claras reglas de juego en lo social y lo economico; Estados Unidos y Europa reiteran su compromiso de ayudar a la isla a salir de mas de 50 anos de caos y ostracismo. Muchos toman la via del regreso para realizar suenos de grandes obras en la tierra que les vio nacer.
Junto con unos amigos reunimos una discreta cantidad de dinero para lograr el sueno de mi vida: abrir varios parqueos en La Habana; luego de la compra de los equipos y los arreglos arquitectonicos necesarios estamos listos para llenarnos los bolsillos de "plata"; trabajamos 18 horas diarias en la preparacion de los distintos establecimientos hasta que logramos hacer la inauguracion oficial; sueno con llenar la ciudad de parqueos y con ese capital expandirme al interior; ya imagino la cadena con posibilidad de franchising y la enorme mayoria de los estacionamientos de la isla en nuestras manos; mi apellido quedara para siempre junto al de los Sarra, Gomez Mena, Bacardi y otros. Casi en el ocaso de mi vida la fortuna me ha tocado a la puerta y no pienso desaprovechar la ocasion.
A los cinco dias de la inauguracion me encuentro casualmente con el mismo joven que anos atras me vendia la langosta; en realidad no hay tal casualidad, lleva dias haciendome la "guardia" para intentar hablar conmigo, solo que ahora soy tan existoso e importante que no es facil abordarme. detengo el auto y le pido que lo aborde, claro que lo recuerdo y le estrecho la diestra; rapidamente me explica que necesita empleo, que esta pasando un mal momento y que no logra que lo contraten en ningun sitio; sin pensarlo dos veces le digo que necesito personas de confianza y le asigno el turno de la madrugada en tres de los parqueos que hemos apenas abierto. Nos despedimos con otro apreton de manos y me siento el hombre mas magnanimo de toda la ciudad.
A los cuatro dias empezamos a notar que el trafico de coches ha bajado respecto a la primera semana; no logramos cubrir siquiera los costos y a este paso estaremos en bancarrota en menos de un mes; presas del terror mis amigos y yo dedicamos interminables horas a tratar de comprender donde erraron nuestros calculos iniciales; dos semanas mas tarde y operando con las cuentas bancarias en rojo se nos ocurre monitorear el funcionamiento de los parqueos; nos ocultamos y vemos con sorpresa que la cantidad de autos no solo no habia disminuido, sino que estaba en franco aumento. Mi primera reaccion fue visitar al joven de las langostas que ahora trabajaba para mi y la sorpresa me abofeteo cuando llegue frente a su casa y vi un BMW nuevo parqueado frente a la misma. Su rostro se contrajo al verme de pronto frente a el y la verdad se me hizo nitida en un segundo. A pesar de haber comprendido todo de un golpe lo acuso de robarme y como era logico me reprocha que yo siempre habia sabido lo que el hacia y que luego de haber comprado por anos langosta robada no tenia moral para recriminarlo.
No perdi mi tiempo en explicarle la diferencia entre negocio privado y un estado opresivo; fue en ese instante que comprendi la imposibilidad de comprar mentalidad con dinero y que el dano idiosincratico causado por el castrismo duraria aun mucho tiempo. Con esta amarga leccion vendimos lo mejor que pudimos los parqueos y nos regresamos a Miami....
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