Quizás por ser un neófito en economía nunca dude que la actual crisis griega seria "resuelta" al menos esta vez. Más allá de la impaciencia y lógica irritación de Ángela Merkel había a mi juicio demasiado en juego. Portugal, España e Italia hubieran probablemente seguido a Grecia en su salida por la puerta de servicio de ese palacio artificial y mal construido que conocemos como Unión Europea.
Personalmente soy europeista y viví la gestación de este sueño devenido en pesadilla; albergue la ingenua esperanza de que el poder en el viejo continente tuviese la audacia de dar los pasos necesarios para acercar el proceso europeo al sueño americano, pero el provincialismo y la estrechez conceptual de los potentes de aquellas latitudes prevalecieron sobre el pragmatismo y la temeridad. Desde el inicio se había planteado el reto de la diferencia cardinal entre americanos de entonces y europeos de hoy. Los primeros estaban dividos en estados o zonas con historia relativamente breve y similar y permanecían unidos por un mismo idioma aunque en determinadas zonas se hablase castellano, los segundos pertenecían a naciones con siglos de historia, en muchos casos avatares diametralmente opuestos y varios idiomas y tradiciones a conciliar, por no mencionar la desconfianza y animosidad acumulada en siglos de rivalidad y beligerancia. Para extraer este aire tan viciado había que abrir una amplia ventana hacia un mercado único, abierto y realmente libre en el que los derechos y deberes y en especial los pros y los contras fuesen delineados en modo nítido e inequívoco. Algunos países debían haber sido informados con valiente claridad sobre los sacrificios que la Unión significaría y que para mantener el paso de los más avanzados se verían obligados a efectuar reformas impopulares. Todos debimos haber sabido que para alcanzar el añorado sueño de unos Estados Unidos al lado este del Atlántico tendríamos que superar no pocos tragos amargos y malos ratos. Por el contrario fuimos bombardeados de medias verdades, frases triunfalistas y enfoques superficiales; se nos hizo creer que podríamos conservar los privilegios de la Europa segmentada en una unida cuando la única manera de acercar el viejo continente al aliado americano es precisamente la renuncia resuelta a muchos de los impagables "derechos" que reinaron desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Peor aún; jamás se dio el decisivo paso de "unir" verdaderamente a Europa en el mismo y único pozo de clientes con empresas que dispusieran de todos los habitantes de la entidad recién creada en lugar de solo con los de cada país; por otro lado se rompió aquel precario pero útil equilibrio mediante el cual el ciudadano recibia un salario muy por debajo de la media americana y pagaba un nivel absurdo de impuestos, pero contaba con sanidad y educación completamente gratuitas y eficientes así como con la casi certeza de no perder jamás el puesto de trabajo. Poco a poco en unos países mas y en otros menos la sanidad gratuita va acompañada de largas esperas, la educación se ha ido rezagando, el puesto fijo ha virtualmente desaparecido pero no por ello los salarios han aumentado ni los impuestos disminuido. En un significativo segmento de la población la UE ha significado empeoramiento de las condiciones aunque la causa real del retroceso ha sido el impagable sistema estatista implantado en los cincuenta que ha ido mimando la capacidad de maniobra de las economías involucradas; solo Alemania con su disciplina teutónica ha logrado sortear los obstáculos y mantener un ritmo aceptable, pero aun en esa gran nación es cuestión de tiempo antes de que haya irremediablemente que tomar medidas correctivas.
Era solo predecible que la cadena se fracturase por uno de sus eslabones más débiles, pero los griegos no son los únicos a tener sus barbas en remojo. A mi humilde juicio con un puñado de billones de euros y alguna que otra sonrisa para la prensa se ha conjurado la estrepitosa salida de Grecia y el posible desplome del castillo de naipes; pero las causas reales permanecen en pie y es muy posible que en el otoño se nos repita esta desagradable telenovela. Es una lastima que los estatistas y partidarios de la ingeniería social en Estados Unidos parezcan no haber aprendido la lección.
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