miércoles, 6 de julio de 2016

BREXIT Y LAS CORBATAS DESANUDADAS.



Para muchos es evidente que el mundo se encuentra en un momento de giro; hacia donde aún no sabemos con certeza, pero sin dudas ha llegado para quedarse una nueva normalidad y unos nuevos parámetros. Algunos culpan a Bin Laden, otros a ISIS, hay también quien culpa a Obama y entre los cubanos seguramente habrá quien piense que Fidel Castro lleva parte de la responsabilidad en todo este nuevo orden de cosas. Lo cierto es que por deleznables que puedan ser casi todos los elementos antes mencionados los mismos no son más que resultados del continuo y peligroso declino de la sociedad occidental, de sus "valores" y en especial de su sacrosanto y envidiable equilibrio. Dejémonos de medias tintas y palabrillas melosas y eufemísticas; nuestro modo de vida es el menos imperfecto e injusto de cuantos hasta hoy han reinado en el planeta, pero está plagado de vicios, defectos, torpezas y trucos. Tras las consignas y los robustos principios de igualdad, oportunidad y derechos se oculta el sórdido sistema mediante el que un puñado de individuos controla la existencia, gustos, anhelos y sueños de billones de seres humanos.
Siempre lo hemos sabido y optamos por hacernos de la vista gorda. Las peculiares características de la economía de mercado y la impecable puesta en escena por parte del poder crea en el ciudadano medio un espejismo singular en el que se refleja la tutela de sus intereses fundamentales y la satisfacción casi plena de sus necesidades básicas 
En lugar de ser cuatro o cinco monarcas se trataba de un grupo algo mayor pero igualmente selecto, elitista y sin escrúpulos; no obstante, en la farsa que por décadas fueron nuestras vidas al menos de cuando en cuando los más poderosos sacudían la piñata y los comunes mortales nos abalanzábamos como poseídos en desesperada busca de golosinas. Los más avezados lograban incluso penetrar determinados espacios de poder y mal que bien estaba garantizada cierta comodidad para quien decidía trabajar duro. 

El problema actual es que los habientes decidieron unilateralmente romper el contrato no escrito que habían contraído con nosotros. Ya no se conforman con la enorme mayoría del pastel sino que van a por el manjar completo y se proponen no dejarnos la más frugal migaja. El poder se viste de densa burocracia y tras ella se oculta en amenazante acecho. Se multiplican los mecanismos hasta que la vista se pierde entre pliegues de funcionarios todos vestidos de etiqueta y comunicando en una jerga que no comprendemos.

Vi nacer la Europa Unida y como muchos creí en una suerte de Estados Unidos Europeos con la cabeza que respetase las particularidades de cada órgano de ese ser soñado por Brandt y Kohl, pero el parto se tornó en aborto y la globalización fue válida sólo para oprimir al ciudadano sin traerle la ampliación de horizonte y la mayor libertad por la que todos habíamos apostado. Peleles no electos hacen y deshacen y la gente se ha cansado de mentiras y así; no en la chusma y caótica Grecia, ni el la corrupta Italia ni tampoco en la inmadura España sino nada menos que en el sobrio, flemático y compuesto Reino Unido a la voz de ataja la mona dejo de cargar al monito. El voto fue claro e inequívoco y allá van los opresores a tratar de amedrentarnos con presuntas consecuencias y fatales repercusiones. Los imagino descompuestos y sudorosos hurgando entre oxidadas leyes y preceptos a ver qué fantasma pueden esgrimir para una vez más pasar por encima de la voluntad popular; porque ellos lo tienen claro: la democracia está bien solo hasta el punto que legaliza la coima. Debemos permanecer vigilantes y aunque el resultado en Londres signifique un paso atrás es necesario recordar que a veces hay que retroceder para encontrar la luz. 


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