1ro. de Octubre del 2015
Programa de TV “Santería, ¿religión o estafa?”
Por Reynaldo Fernández Pavón Escritor y compositor
El pasado día 23 de Septiembre del 2015 y en el horario de mayor Tele-audiencia, la Televisora del Gobierno en la Comunidad de Madrid trasmitió un Programa titulado Santería, ¿religión o estafa? que afirma como engaño el 80% de los oficios religiosos que se practican en este sistema religioso. A su vez, incitan a los pobladores a efectuar denuncias judiciales contra los practicantes de esa religión. Leyendo las prédicas de las figuras religiosas de mayor trascendencia de todos los tiempos podremos comprobar que esos personajes jamás predicaron el fanatismo religioso y mucho menos solicitaron adoración a sus nombres. Es realmente patético el nivel de intolerancia con respecto al otro que observamos hoy día y las manifestaciones de histeria colectiva que están dejando un alto precio en vidas humanas como consecuencia de los conflictos que se libran en el nombre de “Dios”. Es realmente dramático ver las consecuencias que está generando el fanatismo religioso, el 1ro. de Octubre del presente, en un recinto de enseñanza de nivel superior de Oregón en los Estados Unidos, un individuo cegado por el odio asesinó a balazos a 10 estudiantes e hirió de gravedad a otros 20. En cuanto al tema del programa de la televisión que nos ocupa, comencemos por establecer que como en cualquier sistema humano entre los practicantes de la santería hay usureros y estafadores, lo cual no tipifica a sus feligreses. No ha sido la usura y la estafa de los santeros y babalawos la que ha llenado de riquezas las arcas de las naciones de los países desarrollados, ni han sido sus sacerdotes los que establecieron las indulgencias para conceder el perdón solo a aquellos privilegiados que podían pagar por ser exonerados de culpa. En su inmensa mayoría los practicantes de esta religión son personas comunes y corrientes; en su hábitat marginal establecen sus centros ceremoniales y reciben a todos por igual; con independencia de las religiones que practican, de sus posiciones
políticas e ideológicas o de la clase social a la cual pertenezcan, lo cual se traduce en una forma natural de independencia religiosa, como solía suceder en las colonias que poseía la corona española en las Américas, donde los ricos hacendados a escondidas, visitaban a los santeros, babalawos y paleros para resolver sus problemas terrenales, doble moral que se ha ejercido hasta hoy por las clases pudientes que a la vista de sus congéneres condenan y discriminan las religiones de procedencia africana. Los que ofician la religión a la que se refiere el programa de televisión Santería, ¿religión o estafa?, han ocupado los niveles mayores de pobreza de Hispanoamérica; debemos recordar que sus antepasados no solicitaron ser trasladados a las tierras a las que con el uso de la fuerza los galonearon traficantes españoles, portugueses e ingleses. Se calcula que durante la llamada “trata negrera”, una cifra aproximada a los 150 millones de seres humanos fueron arrancados del continente africano por los europeos que afirmaban desde entonces poseer religiones más civilizadas. No se ha podido establecer cuantos millones de niños, mujeres y hombres murieron en la travesía, lanzados vivos al Océano Atlántico para cobrar indemnización a las compañías de seguros de aquellos tiempos, como si se tratara de carga comercial. Aquellos que sobrevivieron ese holocausto, convertidos en esclavos, vivieron la peor pesadilla de la que han sido testigos las religiones universales. Podrían escribirse libros sobre la odisea que supuso para los esclavos africanos la conservación de sus prácticas religiosas y las expresiones culturales que resultaron un aporte vital en la creación de los nuevos pueblos y naciones a la que dio lugar el proceso de transculturación y el sincretismo religioso hasta bien entrado el siglo XIX en las Américas y algunas ciudades de Europa. Citemos algunos hechos que pueden aportar luz al análisis del tema superficialmente tocado en el programa televisivo al que hemos hecho referencia: No fueron los practicantes de la Regla de Osha los que llevaron a cabo Las Cruzadas, ni sus babalawos los que durante la Inquisición sumieron a Europa en el Oscurantismo, quemando en la hoguera a los científicos junto con los libros de ciencia, ni fueron ellos
quienes torturaron en el cepo a todos aquellos que Torquemada consideró “brujos y brujas”. Los cultivadores de religiones de origen africano no vinieron con sacerdotes a las tierras de América para ser protagonistas de la extinción en 3 décadas de 100, 000 indios en la isla de Cuba y con esa fuerza mas colapsar las civilizaciones de los aztecas, los mayas y los Incas en sangrientas aventuras de conquista sucesivas; ni fueron sus practicantes los que despojaron a los indios de América del Norte de sus territorios condenándolos a vivir en campos de concentración llamados “reservas”. Los santeros a los que alude este programa de TV no participaron del reparto de tres tercios de las tierras de América, ni hicieron posible la Acumulación Originaria de Capital. No fueron los practicantes del Palo Kimbissa o del Palo Mayombe quienes durante la Segunda Guerra Mundial asesinaron a 6 millones de judíos en una confrontación global que dejó un saldo de 60 millones de muertos a la Humanidad. .Los santeros no han sido parte del escándanlo generalizado de abuso sexual infantil del cual hemos sido testigos en época reciente, en el cual las víctimas eran aquellos niños que supuestamente se debían evangelizar. La usura y estafa de algunos santeros por demás, no les ha permitido la construcción de iglesias, catedrales y centros ceremoniales en todos los continentes, adornados con oro, plata y obras de arte de los artistas plásticos más renombrados. No ha habido antropólogos y etnólogos practicantes de la Regla de Osha cuyas teorías consideraran inferiores a otras naciones y etnias; ni han calificado nunca como “herejes” a los que no profesan su religión, ni califican como brujerías las ofrendas de palomas y becerros del pueblo hebreo presentes en el Antiguo Testamento. Los creyentes del sistema religioso de los afro-descendientes no invaden territorios con la carga mortífera de la tecnología militar moderna o los que en el nombre de Dios decapitan seres humanos hoy en día.
Los santeros, decentes o estafadores (hay de todo en los jardines del Señor), no niegan a sus hijos los servicios médicos dejándolos morir si necesitan una transfusión de sangre. No se ha juzgado en los anales de la historia de los Estados Unidos de América un asesino en serie que se haya declarado practicante de la Regla de Osha, al menos, de que se tenga conocimiento. No es a los usureros y farsantes que pueden encontrarse entre santeros, babalawos y paleros a quienes los feligreses tienen que pagar religiosamente el diezmo de su salario mensualmente. Este programa de televisión al que hacemos referencia en el enunciado y su incitación a denunciar a quienes practiquen la santería, nos hizo recordar las persecuciones que en los tiempos del cristianismo primitivo y de la esclavitud moderna provocaron la masacre de miles de seres humanos en conspiraciones punitivas. Toda religión se basa en un sistema de creencias que tanto el sacerdote como el creyente comparten. Es un sistema basando en la fe, y no en el horizonte del conocimiento científico. Si un creyente de pronto no ve validada su fe en determinado sistema religioso, puede remplazarlo por otro o no adoptar ninguno. Se supone que todo el que realiza una actividad donde consume tiempo y experiencia (los curas, los pastores, los rabinos, los imanes) de una forma u otra son pagados por alguien. ¿Podemos acusar al cura o al Papa cuando perdona en el nombre de Dios disímiles pecados? ¿Sólo se acusa por estafa a un determinado y selectivo sistema de creencias? Lo grave no es que los realizadores del programa y algunos entrevistados crean que ese sistema religioso es una estafa; lo realmente grave es que en un canal de TV de una comunidad autónoma de España se trate un tema religioso con los criterios heredados de la inquisición y se pretenda judicializar la práctica de un sistema religioso, con lo que se asume que hay sistemas religiosos infalibles y otros judicialmente condenables. Para eso no hay base filosófica. Estamos en el terreno de la judicialización de los prejuicios en la Europa del siglo XXI. Esos criterios se acercan de una forma u otra al horizonte filosófico del estado islámico.
Ejerzo la misma libertad de expresión que hizo posible la realización de este programa de la televisión en Madrid el pasado 23 de septiembre para afirmar que las creencias religiosas son un derecho humano, individual e intransferible. Los creyentes deben ser protegidos a través del cuerpo jurídico y de las constituciones de los estados; perseguir y reprimir a los religiosos por sus prácticas es en una postura racista y discriminatoria que viola la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y el derecho internacional.