sábado, 26 de marzo de 2016

EL HUEVO O LA GALLINA







Cuando era joven creía en un mundo de igualdad y fraternidad entre los seres humanos; sabía que se cometian errores pero puse toda mi confianza en "la idea" mas que en las personas y las agrupaciones políticas. Tarde o temprano inevitablemente llego mi hora; no hay espacio en la extrema izquierda fascista para los moderados y como muchos me largue de un país al que me ataban más lazos afectivos y de principios que el placer de vivir en el. Luego de mucho viajar y vivir en otras tres naciones decidí que era el momento de venir a Estados Unidos, a este sitio cuya lengua conocía desde muy joven y cuya dinámica no sólo me era conocida y familiar sino que me agrada sobremanera.

Contrario a lo que muchos dicen sobre nuestra patria, no estoy aquí por los principios altruistas y humanistas del Imperio, esas virtudes existen, pero lo que más me atrajo siempre fue la característica de potencia rapaz, pragmática y egoísta: primero nosotros y luego el resto del mundo. Por eso vine para acá. Por eso al ver a mi presidente prácticamente mendigando el perdón del resto del mundo por el pasado me asaltan náuseas y una incontenible rabia. El poder en nuestra gran nación ha cometido un sin número de errores, se ha asociado a personajes deleznables y ha defendido en más de una ocasión lo indefendible; peor aún; rara vez hemos mantenido nuestro compromiso hasta el final y los que nos siguen en el mundo dejan siempre una puerta abierta para cuando "los yumas se apendejen" porque los yumas generalmente no soportan la tensión, no son como Putin y cuando los "pinko journalists" comienzan a aullar como lobos cortamos las amarras y sálvese quien pueda. De tal suerte debemos pedir perdón por incoherentes y vacilantes y no por escoger lo mejor de cada nación y atraer hacia acá con nuestro lujo y bienestar los selectos cerebros del universo.

Barack Hussein Obama, uno de los ejemplos más fehacientes de todo lo que se puede lograr en este brutal y competitivo sitio no comparte mi visión; el y sus seguidores, así como muchos de sus votantes piensan que Estados Unidos es el problema y que se debe suavizar y convertirse en una Suecia. Me pregunto qué hará la pobre Suecia si no cuenta con el abrumador poder militar nuestro para defender su experimento de caridad socializada y valores ético morales que son orgullo de la humanidad. No escapa a mi atención que muchas de las pesadillas que hoy sufrimos son producto de miopía y abulia por parte de Occidente y en muchos casos son responsabilidad directa o indirecta de nuestros cálculos errados; en última instancia sería útil retomar el conservadurismo compasivo que tímidamente enarboló Bush hijo y que los hechos del 11 de septiembre y su equivocada gestión de dos guerras deshicieron en mil pedazos; habría que comprender que se puede ser el policía del mundo sin comportarse como Cheo Malanga, que se pueden tutelar los intereses del Imperio sin dar la espalda a las crecientes necesidades de un planeta globalizado y herido.

El presidente saliente debe comprender de una vez que la tan cacareada nueva imagen que cree haber logrado en América Latina no se debe a su peregrinar en busca de perdón, ni a su continuo inclinar de cabeza, sino a que precisamente usando la geopolítica de astucia imperial su propio gobierno tejió alianzas alternativas a esperpentos como el ALBA, apoyándose en gobiernos democráticos y esto unido a la inevitable baja en los precios del petróleo barrio con el poder de compra de conciencia de Hugo Chávez e inicio el proceso lógico de dominó en la caída de los regímenes totalitarios de izquierda en el hemisferio.

Hay mucho que cambiar en Estados Unidos, el pueblo americano debe retomar el control de su destino y barrer con el cártel de Washington y la impunidad del poder tras bambalinas, pero para lograr tal objetivo se requiere no un vuelco hacia el terreno de las palomas, sino hacia el de los halcones inteligentes y astutos que no obran como matones de barrio y que una vez escogidos sus aliados los defiende a capa y espada sin la menor duda. Lo que todos debemos comprender es que más allá de vicios, explotación, injusticias, desigualdades, discriminaciones y una alta dosis de incompetencia por nuestra parte el mundo estaría hoy en la era de las cavernas si no fuese por este irrepetible, sobrecogedor y único proyecto conocido como los Estados Unidos de América.



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