Los seres humanos acusamos malestares e incomodidades para las que no poseemos explicación inmediata. En ocasiones arrastramos sensaciones desagradables sin comprender a ciencia cierta origen ni cura. Cualquier mañana intrascendente, empero, como por puro e inexplicable milagro, la verdad se nos yergue delante en toda su implacable estatura; en un momento todo tiene sentido y las piezas del rompecabezas comienzan a encajar unas con otras dando rostro y nombre a los descontentos hasta entonces absurdos.
Esta fue mi mañana insignificante y ahora, pobre de mi, comprendo el motivo de mi resentimiento con los cubanos que emigran hoy; descubro por qué les achaco toda suerte de defectos y maldades y hasta los considero "distintos". Se trata de un simple reflejo de matemática emocional: el costo que pagamos los que salimos de Cuba hasta una cierta época fue mucho mayor que el prácticamente inexistente que enfrenta quien se marcha hoy; en nuestros tiempos irse era traicionar; hoy familiares de miembros de la nomenclatura en el poder; sobretodo esos, celebran la víspera de su viaje al Imperio otrora archienemigo, son despedidos en el aeropuerto con "todos los honores" y al año y un día regresan a casa envueltos en un aura de triunfalismo listos para vivir el resto de sus días entre dos aguas, entre dos tierras, entre dos mundos, sin pagar aquí ni allá y con las agrietadas plantas de sus pies sobre el pesar de generaciones enteras. Como si la vida jamás hubiese sucedido, como si estos cincuenta y tantos años; tantos para ser cincuenta y pocos para ser tantos no hubiesen dividido familias, generado galones de lagrimas y hasta su litrico de sangre, por no hablar del sudor; sudor perenne y pegajoso, tenaz bajo el sol implacable entre salitre y escualos.
Es que los actuales emigrantes en su inmensa mayoría están comprando el mismo auto que con tanto sacrificio adquirimos nosotros pero a mitad de precio y con incontables facilidades de pago. Cuando lo pensamos fríamente sabemos que lo normal es que no haya traumas, que nuestro desarraigo no es la regla sino una aberrante excepción, pero lo triste es que la sangre, el sudor y las lágrimas no son reembolsables.
COMPRENDO Y ESTOY DE ACUERDO PERFECTAMENTE EN LO DE SU MATEMATICA EMOCIONAL. LA INCOMPRENCION , EL EGOISMO, LOS VALORES Y LA DIGNIDAD TIENEN TAMBIEN MATEMATICAS EMOCIONALES MUY REPROCHABLES.CUANDO NO SE HACEN BIEN LAS TAREAS.QUE EL PROFESOR HA SIDO PESIMO, ES VERDAD Y QUE LOS ALUMNOS LO HAN PERMITIDO Y LO SIGUEN PERMITIENDO, SOLO HAY QUE VER QUIEN MANTIENE. COMO TAMBIEN DICE UD. "LAS LAGRIMAS NO SON REEMBOLSABLES" PARA MI NO ES LO MAS DURO NI LO PEOR.LO PEOR ES VER MIS HERMANOS COVERTIDOS EN ESCLAVOS EMOCIONALES DE ESA TIRANIA . QUE LES PERMITE TRABAJAR EN EL EXTRANJERO Y PARA QUE SE GASTEN EL $ EN MANTENER A SU FAMILIA Y EN VIAJES. PARA ELLOS PERPETUARSE EN EL PODER. Y ESTO SI ES REPROCHABLE A CUALQUIER CUBANO , NO IMPORTA EN QUE ANO HALLA SALIDO NI LO QUE LE HALLAN QUITADO O COSTADO; ES UN PROBLEMA DE DIGNIDAD PERSONAL QUE SE DEBE HACER DE IDENTIDAD NACIONAL.
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