He sostenido en reiteradas ocasiones que el dilema ante el que nos encontramos los electores americanos hoy no ha sido producto del azar sino de la flagrante traicion del establishment de ambos partidos al pueblo; entiéndase como traicionar no solamente conspirar contra aquellos a quienes en teoría deberían servir con celo y dedicación sino supeditar las obligaciones inherentes a sus cargos y a su propia existencia a análisis superficiales y/o vaticinios errados, y/o posturas hipócritas, y/o respeto por encima de todo de pactos de corte mafioso entre distintas facciones o grupos en detrimento del interés superior del contribuyente.
En el caso republicano Priebus y compañía nos pretenden resumir la virtual victoria de Donald Trump en el proceso de nominacion republicana como algo imprevisto, inobservado y fuera de todo pronóstico. Me permito recordar a estos burócratas que ellos están ahí para prever lo imprevisto, para pensar en lo improbable y para preocuparse cuando nadie más se preocupa. Le dirigencia de uno de los dos partidos más importantes de la primera potencia mundial no puede salir del atolladero con una simple expresión de sorpresa. Si subvaloraron al magnate de Brooklyn son unos incompetentes y deben renunciar de inmediato y si todo ha sido un teatro y al final su verdadero candidato siempre fue el Donald y ahora fingen sorpresa su culpa es aún mayor e igualmente deben largarse. Cualquier intento tardío y fuera de lugar de desconocer lo que parece haberse convertido en la voluntad de la mayoría de los miembros del GOP, por absurda que pueda lucir, es emular las trampas clásicas de las republicas bananeras del hemisferio occidental. Incluso Mitt Romney, un político al que he dispensado por años mi respeto, sale a tratar de decirnos por quien debemos o no debemos votar; Mitt: you had your chance, you blew it, get the hell out of the way!!!
Los demócratas no lo han hecho mucho mejor; en su caso resulta evidente que su cúpula ha tratado de cumplir el presunto pacto entre los grupos de Obama y Clinton que ordenaba a la ex primera dama esperar pacientemente ocho años.
Más aún; ante el tambalearse de la campaña de reelección del presidente en el 2012 se rumora que Bubba saliera al rescate con un magnífico discurso en favor de BHO a cambio del apoyo de este a su "esposa". En realidad la política siempre se ha manejado a través de alianzas y acuerdos ante los que el pueblo ocupa un mediocre segundo plano, pero él sólo hecho de presentar un candidato a la nominación demócrata con el equipaje de la señora Clinton no es más que la enésima prueba del desdén que los burócratas de la política sienten por nosotros. En honor la verdad Hillary no ha sido jamás declarada culpable de ningún delito, pero al cúmulo de acusaciones desde White Water hasta hoy es abrumador y preocupante; y es que esta señora transmite la imagen de alguien que haría cualquier cosa por salirse con la suya. Aún ante el riesgo de que sea procesada a causa del mal manejo de sus emails los demócratas persisten en llevar a Hillary a la Casa Blanca; no importa que muchos la consideren deshonesta y que un senador socialista le haga pasar el sofocón de su vida robándole segmentos significativos del electorado. Que ser humano en su sano juicio y preocupado por el futuro y la estabilidad de nuestra nación puede arrinconar a Joe Biden, político de experiencia y mucho más potable al que al menos por ahora no se le asocia con escándalos, a favor de Hillary Clinton?; esta inexplicable postura, como la republicana, es digna de las republicas bananeras.
Y así las cosas estamos hoy ante el muy probable escenario en el cual la alternativa sea el "loco" de Brooklyn o la "bruja" de Chappaqua. El elector tiene solo la posibilidad de decidir quién puede hacerle menos daño al país. Para muchos no escapa al análisis la similitud de Trump y Silvio Berlusconi; como mismo es inevitable comparar a la presunta candidata demócrata con Cristina Fernández de Kirchner, pero como ovejas seguimos los rebaños y nos limitamos a discutir unos con los otros defendiendo lo indefendible y evitando así abordar el impostergable tema del divorcio entre la clase política and we the people.
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