Nadie puede afirmar no haber sonado alguna vez con una realidad distinta y con Cuba y Estados Unidos envueltos en las normales relaciones que deben vincular a las naciones. Es cierto que hipotizar algo "normal" en Cuba es algo verdaderamente irreal y en extremo optimista. Nuestra vocación por lo anómalo y nuestro coqueteo con lo inédito data de fechas imprecisas y lejanas.
Muchos de nosotros estábamos seguros de que el cambio de estrategia política por parte de Washington vendría irremediablemente acompañado de algún que otro gesto por parte de La Habana, la rendición incondicional que al menos en apariencia ha protagonizado el presidente Obama no figuraba en casi ningún escenario de la imaginación de aquellos que se dedican a analizar el tema cubano.
La razón, por otro lado, me alerta de que no es necesario negociar un año entero o dos para rendirse incondicionalmente y que tras el gesto de resignación americano están aquellas concesiones que han permitido al régimen la actual victoria mediática; si es una cosa o la otra para la próxima primavera se comenzarán a delinear los verdaderos rasgos del nuevo rostro que una vez más ha cocido, moldeado y esculpido la burocracia de nuestro país (USA). Si a fin de cuentas esta será la vía para acercarnos al principio del fin no vacilare en señalarlo me guste o no el presidente.
Pero incluso SI el régimen de La Habana a pesar de la retórica decide abrir sus brazos al capital quedan los escollos legales de este lado; SI nuestros congresistas en mayoría republicana deciden apoyar al presidente hasta el final y abatir todas las trabas que impiden el comercio normal, SI los ancianos permiten el establecimiento de entidades americanas en la isla, SI las cifras de daños infligidos se logran conciliar: en fin, si todos los si condicionales se hacen afirmativos, de quizás se pasa a seguramente y de quien sabe a por supuesto la posibilidad de que Juan y Pedro de Hialeah puedan hacer dinero honestamente en la isla será ínfima
Los camaradas cubanos aguardan con ansia y en plena salivacion las inversiones nuestras, pero cuando digo nuestras no lo hago en lenguaje directo sino financieramente indirecto:
1- El desdén que siente el régimen por los pobres se hará más evidente y las aperturas serán sólo para las inversiones de alto calado. Juan y Pedro continuarán mirando desde la cerca de protección como han hecho toda su vida.
2- Los bienvenidos serán los verdaderos imperialistas, como dice Juan Luis Guerra: la Mitsubishi y la Chevrolet; no me sorprendería que descaradamente la camarilla cubana fijase un límite mínimo por debajo del cual no le interese hacer negocios.
3- Pocas empresas americanas invertirán si sus inversiones no son garantizadas por las entidades americanas competentes de modo que cuando Raul no pague, como ha hecho hasta ahora, sean Juan y Pedro los que saldemos la cuenta
La posibilidad de beneficiarse económicamente con lo que esta sucediendo existe sólo para los que ya son muy ricos o para los que logren inventar algún tipo de negocio en suelo americano, los sicarios del régimen y la enorme horda de delatores que les siguen han esperado mucho este instante para dejarse arrebatar la miel de los labios por Juan y Pedro.
Muchos de nosotros estábamos seguros de que el cambio de estrategia política por parte de Washington vendría irremediablemente acompañado de algún que otro gesto por parte de La Habana, la rendición incondicional que al menos en apariencia ha protagonizado el presidente Obama no figuraba en casi ningún escenario de la imaginación de aquellos que se dedican a analizar el tema cubano.
La razón, por otro lado, me alerta de que no es necesario negociar un año entero o dos para rendirse incondicionalmente y que tras el gesto de resignación americano están aquellas concesiones que han permitido al régimen la actual victoria mediática; si es una cosa o la otra para la próxima primavera se comenzarán a delinear los verdaderos rasgos del nuevo rostro que una vez más ha cocido, moldeado y esculpido la burocracia de nuestro país (USA). Si a fin de cuentas esta será la vía para acercarnos al principio del fin no vacilare en señalarlo me guste o no el presidente.
Pero incluso SI el régimen de La Habana a pesar de la retórica decide abrir sus brazos al capital quedan los escollos legales de este lado; SI nuestros congresistas en mayoría republicana deciden apoyar al presidente hasta el final y abatir todas las trabas que impiden el comercio normal, SI los ancianos permiten el establecimiento de entidades americanas en la isla, SI las cifras de daños infligidos se logran conciliar: en fin, si todos los si condicionales se hacen afirmativos, de quizás se pasa a seguramente y de quien sabe a por supuesto la posibilidad de que Juan y Pedro de Hialeah puedan hacer dinero honestamente en la isla será ínfima
Los camaradas cubanos aguardan con ansia y en plena salivacion las inversiones nuestras, pero cuando digo nuestras no lo hago en lenguaje directo sino financieramente indirecto:
1- El desdén que siente el régimen por los pobres se hará más evidente y las aperturas serán sólo para las inversiones de alto calado. Juan y Pedro continuarán mirando desde la cerca de protección como han hecho toda su vida.
2- Los bienvenidos serán los verdaderos imperialistas, como dice Juan Luis Guerra: la Mitsubishi y la Chevrolet; no me sorprendería que descaradamente la camarilla cubana fijase un límite mínimo por debajo del cual no le interese hacer negocios.
3- Pocas empresas americanas invertirán si sus inversiones no son garantizadas por las entidades americanas competentes de modo que cuando Raul no pague, como ha hecho hasta ahora, sean Juan y Pedro los que saldemos la cuenta
La posibilidad de beneficiarse económicamente con lo que esta sucediendo existe sólo para los que ya son muy ricos o para los que logren inventar algún tipo de negocio en suelo americano, los sicarios del régimen y la enorme horda de delatores que les siguen han esperado mucho este instante para dejarse arrebatar la miel de los labios por Juan y Pedro.
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